Mientras que jugadores ocasionales pueden tener algo más complicado apreciar esas diferencias, hay un nicho de mercado en el que efectivamente esas tasas de refresco sí tienen sentido: el entorno competitivo de los eSports.
En ese segmento los jugadores pasan tantas horas entrenando y jugando que aprecian pequeños cambios en sus experiencias de usuario con mucha mayor facilidad y rapidez. Los 144 Hz aportan algo notable respecto a los 60 Hz en ese nicho, sobre todo en FPS: en movimientos muy rápidos de ratón el punto de mira «te sigue» más rápido.
Esa es una de las diferencias fundamentales al jugar con mayores tasas de refresco, que no afectan tanto a la «fluidez» del juego (ciertamente se reduce el efecto del ghosting, el movimiento es menos ‘borroso’ y más fluido sobre todo si lo comprobamos a cámara lenta), sino a esa representación casi instantánea de lo que el jugador espera que haya ahí cuando mueve el ratón especialmente rápido para apuntar en FPS, por ejemplo.
Fuente:
https://www.xataka.com/videojuegos/mitos-realidades-monitores-144-hz-1